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Paz y Ciencia

martes, 15 de noviembre de 2011

Sobre Virginia Woolf y la Señora Dolloway

En toda la obra de Virginia Woolf el único personaje abocado a la locura es Setimus, en La Señora Dolloway. Vamos a escucharle. Está en Hyde Park y a sus ojos el mundo se deforma; ¿o se reforma? Podremos reconocer algunos de los síntomas de que habla Leonard a propósito de Virginia:

¿A quién?- preguntó él alzando mucho la voz- "Al primer ministro- respondieron las voces que susurraban por encima de su cabeza. El supremo secreto debía ser revelado al Parlamento. Primero, los árboles están vivos, luego no hay crimen; luego, el amor,el amor universal...
Un fox-terrier fue a olisquear su pantalón y le hizo sobresaltar de espanto. No podía soportar aquello. Era horrible, atroz, ver que un perro se convierte en hombre... Los árboles le hacían guiños. "Nosotros le acogemos", parecía decir la gente... los hombres no deben cortar los árboles. Hay un Dios (anotó estas revelaciones en el dorso de un sobre). Cambiar el mundo. Nadie mata por odio. Hacedlo saber (escribió). Aguardaba. Escuchaba. Un gorrión posado en la verja de enfrente empezó a piar: Septimus, Septimus, Septimus, tres o cuatro veces seguidas y continuó, desgraciando notas, cantando con una voz viva y penetrante, en griego, que el crimen no existe; se le unió otro gorrión y siguieron cantando en griego con voces insistentes, penetrantes, posados en los árboles, del otro lado del río, en las praderas de la vida, donde caminan los muertos. Que la muerte no existe.

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