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Paz y Ciencia

viernes, 1 de junio de 2012

Budismo Zen y Psicoanálisis. D.T. Suzuki





[...] En muchos sentidos, Oriente parece ser indudablemente como tonto y estúpido, porque los orientales no son tan analíticos ni tan demostrativos y no dan tantas señas tangibles, visibles, de inteligencia. Son caóticos y aparentemente indiferentes. Pero saben que sin este carácter caótico de la inteligencia, su propia inteligencia natural no tendrá mucha utilidad para vivir juntos al modo humano. Los miembros individuales fragmentarios no pueden laborar armónica y pacíficamente juntos a no ser que estén en relación con el infinito mismo que, en realidad, subyace a cada uno de los miembros finitos. La inteligencia pertenece a la cabeza y su labor más notable y quisiera lograr mucho, mientras que Caos permanece silencioso y tranquilo tras toda la turbulencia superficial. Su verdadera significación nunca llega a ser reconocible para los participantes.
El Occidente, de mentalidad científica, aplica su inteligencia a inventar todo tipo de artefactos para elevar el nivel de vida y ahorrarse lo que considera esfuerzo o trabajo desagradable o innecesario. Trata, pues, de "desarrollar" los recursos naturales a los que tiene acceso. A Oriente, por otra parte, no le importa dedicarse a un trabajo doméstico o manual de cualquier tipo; aparentemente se siente satisfecho con el estado "subdesarrollado" de la civilización. No le gusta pensar únicamente en máquinas, convertirse en esclavo de la máquina. Este amor al trabajo es quizá característico de Oriente. La historia de un agricultor, tal como la cuenta Chuang-Tzé, es muy significativa y sugestiva en muchos sentidos, aunque se supone que el incidente debió tener lugar hace más de dos mil años en China.
Chuang-Tzé fue uno de los grandes filósofos en la antigua China. Debería ser estudiado más de lo que es en la actualidad. Los chinos no son tan especulativos como los hindúes y tienden a olvidar sus propios pensadores. Mientras que Chuang-Tzé es muy conocido como el más grande estilista entre los literatos chinos, sus pensamientos no son apreciados como merecen. Fue un gran recolector o compilador de relatos que quizá se habían generalizado en su época. Es probable, sin embargo, que también inventara muchos cuentos para ilustrar sus ideas sobre la vida. He aquí un relato, que ilustra espléndidamente la filosofía de trabajo de Chuang-Tzé, sobre un campesino que se negaba a usar la palanca para sacar agua del pozo:
Un campesino cavó un pozo y utilizaba el agua para irrigar su finca. Empleaba una cubeta ordinaria para sacar agua del pozo, como lo hace casi toda la gente primitiva. Un paseante, al verlo, le preguntó al campesino por qué no utilizaba una palanca para es fin; es un instrumento que ahorra esfuerzo y puede realizar mayor trabajo que el método primitivo. El agricultor dijo: "Sé que ahorra trabajo y es precisamente por esta razón por la que no utilizo ese instrumento. Lo que temo es que el uso de ese instrumento me haga pensar solo en la máquina. La preocupación por las máquinas crea en uno el hábito de la indolencia y la pereza".
Los occidentales se preguntan a veces por qué los chinos no han desarrollado muchas más ciencias y útiles mecánicos. Esto resulta extraño, afirman, ya que los chinos son conocidos por sus descubrimientos e invenciones como el magneto, la pólvora, la rueda, el papel y otras cosas. La principal razón es que los chinos, y otros pueblos asiáticos, aman la vida tal como se vive y no quieren convertirla en un medio de lograr alguna otra cosa, lo que desviaría el curso de la vida por un canal muy diferente. Les gusta el trabajo por el trabajo mismo aunque, objetivamente hablando, el trabajo significa realizar algo. Pero al trabajar gozan su trabajo y no tienen prisa por terminarlo. Los instrumentos mecánicos son mucho más eficientes y realizan más. Pero la máquina es impersonal y no creadora, y no tiene significado.
Mecanización significa intelección y, como el intelecto es principalmente utilitario, no hay esteticismo espiritual ni espiritualidad ética en la máquina. La razón que inducía al campesino de Chuang-Tzé a no preocuparse por las máquinas está aquí. La máquina lo apura a uno a terminar el trabajo y alcanzar el objetivo para el que está hecha. El trabajo o labor no tiene valor por sí mismo salvo como medio. Es decir, la vida pierde aquí su carácter creador y se convierte en un instrumento, el hombre es ahora un mecanismo productor de bienes. Los filósofos hablan de la importancia de la persona; como la vemos ahora, en nuestra edad tan industrializada y mecanizada, la máquina lo es todo y el hombre queda casi completamente reducido a la servidumbre. Esto es, me parece, lo que temía Chuang-Tzé. Por supuesto, no  podemos hacer girar la rueda del industrialismo hacia atrás, hacia la era de la artesanía primitiva. Pero es bueno que tengamos en cuenta la importancia de las manos y también los males que surgen de la mecanización de la vida moderna, que acentúa demasiado al intelecto, a expensas de la vida como un todo.
Esto en cuanto Oriente. Unas cuantas palabras ahora sobre Occidente. Denis de Rougemont, en su Man´s Western Quest menciona a "la persona y la máquina" como características de los dos rasgos prominentes de la cultura occidental. Esto es significativo, porque la persona y la máquina son conceptos contradictorios y Occidente se esfuerza por lograr su reconciliación. No sé si los occidentales lo hacen consciente o inconscientemente. Solo me referiré al modo en que estas dos ideas heterogéneas funcionan actualmente en la mentalidad occidental. Hay que observar que la máquina contrasta con la filosofía del trabajo de Chuang-Tzé, y las ideas occidentales de libertad individual y responsabilidad personal son contrarias a las ideas orientales de libertad absoluta. No voy a entrar en detalles. Solo trataré de resumir las contradicciones a las que Occidente se enfrenta y padece:
1) La persona y la máquina suponen una contradicción y por esta contradicción Occidente atraviesa por una gran tensión psicológica, que se manifesta en diversas direcciones en su vida moderna.
2) La persona implica individualidad, responsabilidad personal, mientras que la máquina es el producto de la intelección, la abstracción, la generalización, la totalización, la vida de grupo.
3) Objetiva e intelectualmente o hablando en el sentido de una mentalidad preocupada por la máquina, la responsabilidad personal no tiene sentido. La responsabilidad se relaciona lógicamente con la libertad y en la lógica no hay libertad, porque todo está controlado por las reglas rígidas del silogismo.
4) Además, el hombre como producto biológico está regido por leyes biológicas. La herencia es un hecho y ninguna persona puede cambiarla. No nazco por mi propia y libre voluntad. Los padres me hacen nacer por su libre voluntad. El nacimiento planeado no tiene sentido en realidad.
5) La libertad es otro absurdo.  Vivo socialmente, en un grupo, lo que limita todos mis movimientos, mentales y físicos. Aun al estar solo no soy libre en absoluto. Tengo toda clase de impulsos, que no siempre están bajo mi control. Algunos impulsos me arrastran, a pesar de mí mismo. Mientras vivamos en este mundo limitado, no podemos hablar de ser libres ni de hacer lo que queramos. Aun este deseo es algo que no es nuestro.
6) La persona puede hablar de libertad, pero la máquina la limita en todos los sentidos, porque ese hablar no va más allá de sí mismo. El hombre occidental está desde un principio constreñido, restringido inhibido. Su espontaneidad no es un absoluta suya, sino de la máquina. http://youtu.be/bWXazVhlyxQ "Rage Against The Machine" -Killing in the Name-
La máquina ni tiene un carácter creador; opera solo en la medida o en tanto que algo que se le introduce lo hace posible. Nunca actúa como "la persona".
7) La persona es libre solo cuando no es persona. Es libre cuando se niega y es absorbida en el todo. Para ser más exactos, es libre cuando es ella misma y, sin embargo, no es ella misma. Si no se entiende plenamente esta contradicción aparente, no se está calificado para hablar de libertad ni de responsabilidad ni de espontaneidad. Por ejemplo, la espontaneidad de que hablan los occidentales, especialmente algunos analistas, no es ni más ni menos que la espontaneidad infantil o animal y no la espontaneidad de la persona plenamente madura.
8) La máquina, el behaviorismo, el reflejo condicionado, el comunismo, la inseminación artificial, la automación en general, la vivisección, la bonba H están -todas y cada una- íntimamente relacionadas y forman los eslabones sólidos y bien ligados de una cadena lógica.
9) Occidente trata de lograr la cuadratura del círculo. Oriente trata de hacer un círculo equivalga a un cuadrado. Para el zen el círculo es un círculo y el cuadrado es un cuadrado y a la vez el cuadrado es un círculo y el círculo es un cuadrado.
10) La libertad es un término subjetivo y no puede interpretarse objetivamente. Cuando tratamos de hacerlo, nos enredamos en contradicciones inextricables. Por tanto, afirmo que hablar de libertad en este mundo objetivo de limitaciones omnipresentes es una tontería.
11) En Occidente, "sí" es "sí" y "no" es "no"; "sí" nunca puede ser "no" o viceversa. Oriente hace que el "sí" se deslice hacia el "no" y el "no" hacia el "sí"; no hay una división precisa entre "sí" y "no". Es la naturaleza de la vida la que es así. Solo en lógica es inerradicable la división. La lógica fue creada por los hombres para contribuir a las actividades utilitarias.
12) Cuando Occidente capta este hecho, inventa conceptos tales como los conocidos en física como complementariedad o principio de incertidumbre, cuando no puede explicar ciertos fenómenos físicos. Por muy bien que logre crear concepto tras concepto, no puede atrapar los hechos de la existencia.
13) La religión no nos interesa aquí, pero puede ser de interés afirmar lo siguiente: el cristianismo, que es la religión de Occidente, habla del Logos, la Palabra, la carne y la encarnación y la temporalidad tempestuosa. Las religiones de Oriente buscan la excarnación, el silencio, la absorción, la paz eterna. Para el zen, la encarnación es excarnación; el silencio ruge como el trueno; la Palabra es no-Palabra, la carne es no-carne; aquí ahora equivale al vacío (sunyata) y la infinitud.

D.T. Suzuki y Erich Fromm: "Budismo zen y Psicoanálisis". Fondo de Cultura Económica, 1964, México D.F. Pp.:10-19


http://www.youtube.com/watch?v=tyEOXqlzksU&feature=colike Rage Against The Machine&Cypress Hill (Hip-Hop)

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