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Paz y Ciencia

lunes, 4 de junio de 2012

El Mito del "Paciente Difícil". Por Rodrigo Córdoba Sanz






El Mito del “Paciente Difícil”

Sentirse comprendidas, algo que muchas personas-pacientes buscan durante años, de profesional en profesional. Se les llaman “pacientes difíciles”.



Cuando una persona es considerada “paciente difícil” hay un componente objetivo e “ingredientes” subjetivos. El componente objetivo es que dichas personas, en muchos casos, han tenido problemas importantes en esos años sensibles, claves, en el desarrollo del individuo. Los pacientes “difíciles”, inician la trayectoria psiquiátrica-psicológica en la adolescencia. En muchos casos no es así, pero muestran problemas de relación, problemas de conducta, de apego, desde la infancia. Generalmente, la sintomatología que lleva a consultar, la “eclosión” surge en la adolescencia y primeros años de juventud, esto tiene que ver con que ahora se diga que la adolescencia se ha alargado en el tiempo. Suelen ser los padres los que traen a la persona a la consulta. Y, generalmente, los depositan con los mismos parámetros con los que les dejan en el colegio. Que aprendan y, en nuestra labor, que se curen.

Podíamos citar las teorías de Bowlby, Klein, Fairbairn, Winnicott, Guntrip, Khan u otros, pero sería cometer  el mismo error que lleva a la consecución de que estos pacientes sean “difíciles”.  Desde otro ángulo podemos citar a Kraepelin. Esto forma gran parte del componente objetivo desde el cual, la profecía autocumplida de los profesionales se haga realidad. Los componentes objetivos y subjetivos no se pueden separar, a mi criterio, puesto que forman parte de un todo, que es la persona. El error es basarse en la teoría, en modelos rígidos, desde el punto de vista subjetivo, el error es la contratransferencia, relacionada con la formación. Esto es, el punto de vista desde el cual parte el profesional para entender a los “pacientes difíciles”.

1.      Psicoanálisis: un enfoque determinista que piensa que la dependencia emocional que se produce en el tratamiento es curativa. Con respecto al determinismo, pongo por ejemplo a Alice Miller o a Françoise Doltó. Según mi formación eminentemente psicoanalítica, se culpa a los padres de los problemas de los hijos, hablando claro. Desde la hiperactividad, el autismo (Bettelheim y Winnicott, entre otros, fueron atacados por las familias de niños autistas por esta razón).  Problemas de conducta, emocionales, vinculares, escolares, etc. Winnicott, en su libro de correspondencia: El Gesto Espontáneo,  escribe una carta destinada a los padres y madres  de niños autistas con un sutil y sofisticado perdón.

2.      Psiquiatría Biológica: en este modelo imperante en España, se entiende al paciente como un corolario de signos y síntomas, al que hay que tratar con fármacos apuntando hacia los síntomas “diana”.  Algunos psiquiatras de este enfoque además de realizar la anámnesis correspondiente y hacer un seguimiento de la medicación, llegan a desarrollar una conexión afectiva importante con el paciente. En el servicio de atención pública, el tiempo disponible no alcanza para mucho más que un recorrido superficial. En la privada la cuestión no cambia mucho, pero hay un componente más vocacional y otras variables espacio-tiempo.

3.      Como se dice en Psicopatología hablaré de “Factores Comunes”, en relación a lo que sucede con estos dos modelos y los profesionales que los representan. Es obvio que estos modelos no son los únicos, pero son los más frecuentados y populares. Cuando hablo de Psicoanálisis, me refiero a enfoques inspirados por los preceptos de Sigmund Freud. Que, por otro lado, fue un investigador genial, un hombre muy creativo y una figura ilustre que produjo una revolución científica y cultural. Él abrió una de las heridas “narcisistas” de la sociedad: lo irracional del hombre y que existen aspectos inconscientes que gobiernan al ser humano, pero esto lo saben, o bien, no viene al caso. Estos factores comunes son “pre-textos”, prejuicios, aspectos teóricos, especulaciones fruto de la imaginación. Esto deriva en problemas en la contratransferencia (la reacción emocional que reactiva los fantasmas del analista o del psiquiatra). Hay muchos más, como por ejemplo, el hecho de conocer a cuántos profesionales ha visitado el “paciente difícil”, he llegado a escuchar con atención un axioma que indica que si ha visto a más de tres profesionales no hay nada que hacer. Esto, evidentemente, se proyecta en la clínica con el “paciente difícil”, percibiéndolo con un sesgo, propio de artificios teóricos.

Hace mucho tiempo, y esto no ha cambiado mucho, los psicóticos eran personas que se recluían y se ataban con cadenas (ahora también, pero con más “cariño”), la Revolución Francesa y Philippe Pinel les liberaron de las cadenas.

El frío metal de esas ataduras desapareció, pero lo metafórico continuó hasta el momento presente.  Harry Stack Sullivan pidió permiso para realizar un experimento. Introdujo en un espacio apartado del resto de pacientes a aquellos con el diagnóstico de psicosis.  Esas personas fueron atendidas por otros pacientes, el resultado fue que mejoraron de forma muy significativa, sin fármacos. Esto fue un hito en la historia de la Psiquiatría y la Psicología. También son conocidos los experimentos de la Antipsiquiatría, acuñada por el psiquiatra David Cooper, Franco Basaglia escribió duramente sobre lo Institucional, Laing construyó comunidades para atender a los psicóticos. Actualmente, el profesor emérito de la Universidad de Nueva York, es el máximo exponente de este movimiento, aún vivo. Aunque hay quien ya no le ve sentido, aunque cualquier persona con un mímino de sentido común pueda entender que las camisas de fuerza, las camisas de fuerza químicas, los electroshocks, los choques insulínicos, las lobotomías, son una intervención invasiva que no es ética. Es así como entiendo la Antipsiquiatría, como un modelo que reivindicó a los pacientes e imprimió eticidad en el tratamiento. Tal vez cuando salga al mercado el DSM-V, nos toque refrescar la memoria de este movimiento, he leído el borrador y es un insulto al sentido común.



Ahora toca hablar de los “pacientes difíciles”.  Ciertos profesionales, y yo soy uno de ellos,  decimos  algo que es de sentido común, resulta atractivo, certero y un prisma alentador para trabajar: “No existen pacientes graves ni difíciles sino personas más o menos motivadas”.

De acuerdo con la premisa, matizaremos esta cita aparentemente atractiva.

Cuando una persona acude a consulta suele tener un estado de ánimo subyacente depresivo, ha tenido experiencias frustrantes terapéuticas, tiene miedo, tiene desconfianza, oculta cuestiones importantes, miente, manipula, etc. Esto no es una señal de “maldad” sino de sufrimiento. Las personas que siguen, aun sintiéndose incomprendidas, etiquetadas de varios diagnósticos (cuestión frecuente), medicadas con distintos fármacos, con psicoterapias distintas, con mensajes diferentes y, a veces contradictorios… ¿Cómo van a resultar “pacientes fáciles”?

Lo primero, según mi trabajo, es desmitificar diagnósticos. Trabajar con la persona, no con un diagnóstico. Cierto es, que algunos de estos pacientes difíciles necesitan un diagnóstico para que se lo pongan a modo de chaleco que les de una efímera identidad.

Otros, son simplemente curiosos, y tampoco dan demasiada importancia al diagnóstico. Otros, se sienten atacados, se abre una herida narcisista. Algo frecuente es la “negación”. Concepto heredero de un artículo clave de Freud de 1925. Freud señala «el placer generalizado de la negación» propio del fenómeno psicótico, que debe ser «probablemente comprendido como indicio de la desmezcla de las pulsiones por retracción de los componentes libidinales».  En la práctica tiene que ver con que la persona no puede  tomar conciencia, tener contacto con esa realidad interna, que refleja su sintomatología. Alexander Lowen dice en su libro El Narcisismo. La enfermedad de nuestro tiempo: <> Los pacientes difíciles, con frecuencia son denominados “narcisistas”, esto se suele referir, a que el paciente tiene mucho orgullo y es impermeable a lo que dice el terapeuta. Ese narcisismo que se suele etiquetar con frecuencia es un signo de incapacidad del terapeuta para conectar con el “paciente difícil”. Esa persona, muestra una coraza caracteriológica (Wilhelm Reich), una personalidad como si (Helene Deutsch), el célebre falso self (Donald Winnicott). Esto es, la persona sobrevive pero no vive, vive sobre una apariencia para sentirse querida, deseada, aceptada, valorada, validada. Esta es la verdadera pandemia de nuestra época, no la depresión, que es una manifestación sintomática de esta cuestión. Otra cuestión que es especialmente importante. Los pacientes, también los “difíciles” sufren porque no saben quiénes son. Un lector especialista podrá captar que el narcisismo, el falso self y la increíble dificultad de describirse a sí mismos son variables que están interrelacionadas. Su identidad no se ha podido construir de una manera armónica, la imagen de sí mismos no está integrada.

¿Qué consecuencias tiene ese narcisismo aparente con la aparente dificultad del “paciente difícil”?

El paciente es muy sensible, delicado, como una lámpara de lava, se muta, se transforma, cambia. Es reactivo a todo aquello que pueda sentir que le pone en jaque. Así pues, les invito a la contención (Wilfred Bion) y al sostén emocional (Donald Winnicott), interviniendo de modo que puedan poco a poco sentir lo que sintieron cuando sufrieron esa herida, etimológicamente la palabra trauma y herida están relacionadas.

Otra cuestión que dijo Freud en trabajos como el Compendio o Moisés: existen factores constitucionales y aspectos que pueden resultar traumáticos, sobre todo hasta los cinco años. Esto no es cierto del todo, la persona puede sufrir una situación traumática más adelante o desde su nacimiento hasta la emancipación.

Los “pacientes difíciles” son personas que han sido mal-tratadas por la profesión psi, reviviendo, repitiendo lo que vivenciaron cuando eran criaturas.

Cierta corriente de la psiquiatría y la psicología clínica suele hablar del otro aspecto que mencionaba Freud: la vulnerabilidad (lo constitucional). Dicen que estas personas tienen más vulnerabilidad que otras y por eso un factor que, para otra persona no hubiera sido traumático, para ellas sí.

La virtud está en el término medio, decía Aristóteles. Esto me anima a contemplar las dos lecturas. No obstante, cada sujeto es singular, no hay dos personas iguales. A algunas personas les pesa más el factor objetivo traumático y otros, tal vez, reaccionaron de forma desproporcionada. No obstante, si no hablamos con ellos, nunca lo podremos saber. Y para hablar con ellos tenemos que transmitirles confianza y, si me permiten, amor, en el sentido amplio de la expresión, si quieren: cariño.

Y para terminar, decir que este trabajo tiene un componente de Ciencia, aquella que hace que sepamos psico(pato)logía, como decía Castilla del Pino, haciendo un continuum entre psicología, patología y psiquiatría. Pero, aunque los academicistas no lo aprueben tiene más componente de Arte. Y con los pacientes difíciles promuevo lo anterior considerando estas palabras del famoso Karajan: <>







Rodrigo Córdoba Sanz. Zaragoza, 2 de Junio de 2012.



Twitter: @PSICOLETRA

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Brillante!,gracias por tus aportaciones