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Paz y Ciencia

martes, 26 de junio de 2012

Importancia de la resistencia




"A nadie le duele la cabeza cuando consuela a otro". Proverbio indio
"Cuatro cosas hay que nunca vuelven más: una bala disparada, una palabra hablada, un tiempo pasado y una ocasión desaprovechada". Proverbio árabe
"Disfruta hoy, es más tarde de lo que crees". Proverbio Chino

Importancia de la resistencia. Del texto de Erich Fromm: "El Arte de Escuchar". Paidós, 2012. Barcelona. Pp.: 118-122


En el psicoanálisis, lo más importante quizá sea reconocer la resistencia. El primero que la reconoció fue Wilhelm Reich. De hecho, esta fue su principal contribución al psicoanálisis, mientras que otras han sido dudosas o discutibles. Pero otra igualmente fue pensar, el único después de Groddeck, en la ralajación física para vencer la represión. Para ello se servía del masaje y, finalmente, llegó a creer que no hacía falta el análisis oral, según insistía en su libro Análisis del Carácter, publicado en 1933.
La resistencia es de lo más engañoso, no solo en el psicoanálisis, sino en la vida de todo el que quiere desarrollarse, que quiere vivir. Parece que el hombre tiene dos tendencias muy fuertes. Una es la de avanzar, que empieza al principio del nacimiento del niño, con su impulso a salir del útero. A la vez, está el gran temor a todo lo nuevo, a todo lo diferente, incluso el miedo a la libertad, el miedo al peligro: una tendencia casi igual de fuerte a retroceder, a retraerse, a no avanzar. Este miedo a lo nuevo, a aquello a lo que uno no está acostumbrado, este miedo a lo incierto por no haberse experimentado nunca: todo este miedo se manifiesta en resistencias, en maniobras diversas para evitar que se avance, que se haga algo atrevido.
No se trata solamente de un problema psicoanalítico. De hecho, la mayoría de los problemas que se discuten en el psicoanálisis, como la resistencia y la transferencia, tienen mucha más importancia como problemas humanos generales.
Como problemas psicoanalíticos, son relativamente limitados, porque, ¿cuánta gente se psicoanaliza? En términos generales humanos, la resistencia y la transferencia se cuentan entre las fuerzas emotivas más poderosas.
Nunca somos más listos que cuando justificamos nuestras resistencias. Y el mejorar no es la resistencia menor importante. Toda mejora ha de considerarse con gran recelo, más que con la satisfacción y alegría; porque, muy a menudo, solo sirve para ajustar un compromiso, para darse por satisfecho-"¿lo ve?, ya no estoy tan enfermo como antes"-, pero al mismo tiempo basta para impedirnos dar el paso decisivo que podría resolver radicalmente el problema, seguir adelante. Así, importa mucho ser escépticos ante las mejoras. Las derrotas son mejores que los éxitos, si aceptamos que Nietzsche tenía razón al decir: "Lo que no mata engorda"(1889). Ciertas derrotas son fatales, pero en general el éxito es la trampa más peligrosa en que suele caer la gente. Y suele servir de resistencia al progreso.
Naturalmente, la resistencia tiene otras muchas formas. Hay quien manifiesta su resistencia mareando al psicoanalista con sueños, de modo que no tenga otra cosa que hacer sino escucharlos durante años y años. Los hay que sueñan a destajo, y entonces nada se analiza, porque el sueño se enajena: es el sueño lo que se analiza, pero no se analiza al soñante.
Otra forma de resistencia es la charla trivial durante el análisis. La asociación libre fue una gran idea de Freud, con la que pensó sustituir al hipnotismo. Así, pensó que tocar la frente a una persona y decirle: "Cuando le toque la frente, digame cualquier cosa que se le ocurra", era una forma mejor y más breve de sugestión hipnótica. Hay mucho de verdad en ello, pero esta idea se ha ido abandonando, para llegar a significar que uno diga cualquier cosa que le venga a la cabeza. Bueno, pues entonces el paciente habla de todas las trivialidades de la vid, repitiendo cien mil veces qué le dijo su madre, qué le dijo su padre, su marido y la discusión que tuvieron. Pues bien, esto no es sino una forma de resistencia que el analista no debe permitir, porque no tiene ninguna pertinencia escuchar todos esos detalles triviales de esta y aquella trifulca y la repetición de todas esas cosas personales, que no sirven de nada, solo para pasar el rato y, esencialmente, de resistencia [...]
En muchos casos, se trata de una especie de trato caballeresco por el que ambas partes acuerdan ser reservadas, no molestarse, no hacer uno que el otro pierda el sueño. El paciente quiere tener la satisfacción de hablar, de ser analizado, mejorar y encontrarse a sí mismo. El psicoanalista, de todos modos, también tiene que ganarse la vida, tampoco quiere molestias, todo debe ir como la seda. Así, pasado un tiempo, ambos hallan un modus vivendi, por el que uno habla de problemas aparentemente significativos, pero sin que nadie se moleste realmente. No digo que todos los psicoanalistas lo hagan, pero sí que eso es lo que pasa en muchos análisis: freudianos o no freudianos, sin diferencia ninguna. Lo único que varía son las frases: si una habla cien mil veces de fijación a su padre y de que está interesada por eso mozo porque es una figura paterna, o si uno dice que su madre no lo quería mucho y por eso se ha enamorado de tal chica que lo quiere mucho, y cosas así. Es absurdo, y es uno de los motivos principales de la resistencia.



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