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Paz y Ciencia

domingo, 10 de junio de 2012

Miedos reales e imaginarios




Este texto pertenece al libro de Luis Rojas Marcos: Convivir, Punto de Lectura, 2009, Madrid. A partir de la página 38.
Rojas Marcos en este texto saca su lado más psiquiátrico, sorpdendiéndome en cierto sentido, puesto que también es un representante de la psicología positiva. Sin embargo, en este libro relaciona los problemas emocionales como "venenos" de la afectividad. Me parece cientificamente válido pero humanamente torpe. No se puede generalizar. Quizá la intención es vender libros, o, tal vez se lo crea. En cualquier caso, Rojas Marcos no dice tonterías, ahora bien, existen infnitas personas con dificultades que mantienen una relación de pareja satisfactoria, y si se me permite, sana. En este libro, Rojas Marcos disecciona aquello de la Naturaleza Humana más oscura que interfiere en la capacidad de desarrollar un Amor sano. Rodrigo Córdoba Sanz.
Comparto la participación de Rojas Marcos en la segunda ponencia de la Felicidad: http://youtu.be/jAR6w-VpkXU
"Hablar es un protector de la felicidad" Rojas Marcos. Satisfacción con la vida en general. La única fórmula es preguntar. Para mí es un sentimiento estable de estar satisfecho con al vida en general. Un estado de ánimo que suele ir acompañado de que la vida tiene sentido, de que merece la pena... Todos nacemos con el potencial de ser felices. Los genes seleccionan aquellas cualidades que nos ayudan a sobrevivir, a defendernos, a prolificar, a tener descendencica...
De las palabras de Rojas Marcos se desprende que aquel que se considera feliz y lo verbaliza, parece, en el ámbito sociocultural donde nos desenvolvemos, una tontería. "El tiempo no pasa, quien pasa eres tú" Rojas Marcos. "Las personas que piensan que pueden hacer algo para mimizar los efectos de la crisis en nosotros". El pensamiento positivo (Martin Seligman) se relaciona ver el futuro con Esperanza. La depresión nos quita la esperanza. "Cómo vemos el pasado es muy útil". "Luego está el estilo explicativo, no llevamoso bien el vacío. Todo tiene que tener su significado". "Hay que diversificar las parcelas de felicidad: amigos, pareja, fútbol, trabajo, arte, el sexo,  correr, saltar, ir al gimnasio, el blog, el twitter...". "Otro protector es el sentido del humor. Es una perspectiva, ver una situación donde vemos las contradicciones, las disonancias, las incongruencias, con humor". Ejemplos: cuando dirigía los hospitales me gustaba ver como trabajaban los médicos. La paciente estaba muy angustiosa. La mujer dijo: no soy yo, tiene que ver con mi marido. Le han hecho unos análisis de sangre o tiene Alzheimer o tiene SIDA". "El médico dijo: llévaselo a las afueras y si vuelve no se acueste con él". "Un día, cuando mi madre vivía le dije: qué prefieres que te inceneremos o te enterremos, ella dijo: sorpréndeme"...


Miedos reales e imaginarios

"La ansiedad es un riachuelo de inquietudes que discurre por la mente. Pero, cuando crece, se convierte en un torrente caudaloso e irresistible que arrastra todos nuestros pensamientos". Arthur Somers Roche, La sombra de la duda, 1935.

El miedo es un reflejo indispensable para la supervivencia que llevamos incrustado en nuestros genes y que nos permite detectar de antemano las amenazas a nuestra integridad física y mental. Ante una situación que consideramos peligrosa nos sentimos inquietos, tensos y nos ponemos alerta. Muchas actividades del cuerpo -el aparato digestivo y el reproductor, por ejemplo- dejan de funcionar y el cerebro activa inmediatamente los mecanismos de emergencia que nos permiten protegernos y eludir o vencer el peligro. Además también nos asustamos ante lo que amenaza a nuestros familiares o amigos e, incluso, a desconocidos. Esto se debe a la capacidad humana de sentir compasión hacia quienes sufren y a nuestra empatía o aptitud para ponernos genuinamente y con afecto en las circunstancias de otros.
En los seres humanos el papel del miedo se expande más allá de su misión natural de anticipar los peligros reales del entorno, y también incluye amenazas imaginarias. Este estado de agitación e inquietud que no corresponde a la peligrosidad real de las circunstancias o una amenaza objetiva es lo que llamamos en medicina y psicología ansiedad. La ansiedad puede estar provocada por temores conscientes o inconscientes, por la anticipación sin base de desgracias futuras, como el miedo infundado a la aparición de una enfermedad, a la muerte, a la pérdida de un ser querido o al rechazo de la pareja.
Los miedos y las ansiedades influyen desde la infancia en nuestra existencia cotidiana. Nuestros esfuerzos por entender y superar aspectos de las relaciones que nos atemorizan nos ayudan a conocernos mejor, a liberarnos de amenazas reales o fantasiosas que nos angustian y alteran nuestro equilibrio y nuestras conexiones afectivas. Sin embargo, algunos individuos viven continuamente con niveles desmesurados de ansiedad. Unos padecen fobias, esos terrores irracionales a animales inofensivos, o a situaciones o actividades de escaso riesgo. Otros experimentan ansiedad crónica generalizada, sufren ataques de pánico o trastornos obsesivo-compulsivos que los amedrentan e inmovilizan por el incesante asalto a su mente de ideas o impulsos inquietantes.
Entre los más infelices se encuentran los hipocondriacos, que viven permanentemente angustiados al estar convencidos de que la más mínima indisposición, como un leve resfriado o breve mareo, es síntoma de alguna enfermedad grave o incluso mortal. En bastantes casos el terror es tal que arruina sus vidas y las de sus seres queridos.
La ansiedad social aflige particularmente a las personas que persiguen proyectar una cierta imagen ante los demás pero están convencidos de que fracasarán. Todos vivimos constantemente expuestos a los juicios y opiniones de otros. Incluso los niños de 5 años se preocupan ya de lo que los demás piensan de ellos, y se sienten mal cuando creen que se ríen de ellos o les ridiculizan. Ser receptivo a los juicios de los demás es positivo, pues nos puede ayudar a percibir aspectos negativos mejorables de nuestra forma de ser de los que no somos conscientes e intentar cambiarlos. Pero es igualmente importante analizar.el mérito de esas opiniones.
La ansiedad excesiva y continuada nos transforma en seres aprensivos, asustadizos, introvertidos, distantes, obsesivamente preocupados por hipótesis negativas y muy sensibles a los juicios de los demás. Y es que el estado de alarma constante consume nuestro ánimo, constriñe el horizonte de la vida, y nos encierra en un mundo que percibimos hostil. En los países desarrollados de Occidente la ansiedad o el miedo patológico afecta casi el 10 por ciento de la población. Su incidencia en las mujeres es casi el doble que en los hombres y aunque existen remedios eficaces, algunos enfermos soportan síntomas terribles muy recalcitrantes y resistentes a los tratamientos.


ENTREVISTA A ROJAS MARCOS: http://ultimahora.es/vips/quien-es-quien/luis-rojas-marcos-psiquiatra-de-pequeno-era-hiperactivo-mis-padres-pensaron-que-estudiar-no-era-lo-mio.html


Lleva 17 años consecutivos participando en el maratón de Nueva York. Cada fin de semana acude al Central Park con su perro 'Charlie' para seguir en forma. Luis Rojas Marcos nació en Sevilla el año 1943. Es psiquiatra. Actualmente es director médico de tres hospitales de Nueva York. Está casado, tiene 4 hijos. Le gusta la música, escribir ensayos: lleva publicados casi una docena ('La autoestima' 'La fuerza del optimismo'...), el último título, recién salido, es: "Superar la adversidad. El poder de la resiliencia".
Apesar de sus múltiples ocupaciones (ha llegado a gestionar toda la red de hospitales públicos de Nueva York), este psiquiatra andaluz, afincado en EE.UU desde hace más de 42 años, no deja de escribir ensayos y cultivar sus aficiones...
Xisco Busquets.- ¿Tiene tiempo para ir a correr?
Luis Rojas Marcos.- Casi todos los fines de semana, y al menos una o dos veces por semana, voy a correr al Central Park con mi perro Charlie que es un pastor alemán, disfruto mucho. Además soy de los que va escuchando música...
X.B.- ¿Se prepara para participar en el maratón de Nueva York?
L.R.- Sí. Llevo 17 años seguidos y mientras pueda seguiré participando porque aquí son muy tolerantes, en Catalunya, por ejemplo, te dan 6 horas para que llegues a la meta, en Nueva York puedes tardar hasta 12 horas, o sea que incluso te puedes parar, tomarte un café y después continuar (Risas).
X.B.- ¿Es usted feliz?
L.R.- Soy razonablemente feliz, mi nivel de satisfacción con la vida en general, es de un 8 sobre 10.
X.B.- ¿Y no teme a la vejez?
L.R.- Sí, sí claro, el ir perdiendo capacidades es algo preocupante porque la caducidad del ser humano es algo real, pero también creo que uno se puede adaptar. Ahora me gusta correr, aunque lo mío no es la velocidad, sino el fondo. Pero bueno, el día que no pueda correr, entonces iré en bici, y el último deportees nadar, ¿no?. Trataré de adaptarme a mis posibilidades.
X.B.- Y a la muerte, ¿le teme?
L.R.-Yo no me quiero morir pero la salida de este mundo es inevitable, claro. Acepto la muerte pero no me quiero morir, de momento; claro, me llegará algún día, porque es algo que nos llega a todos.
X.B.- ¿Qué le pide a Dios?
L.R.- (Pausa) No creo en poderes divinos, yo creo en las personas que me rodean y también en el azar. Entonces, lo que yo le pido a Dios, o a quien me escuche, es poder rodearme de personas a quienes yo pueda dar afecto y recibirlo de ellas y luego poder disfrutar razonablemente del trabajo y de los placeres cotidianos.
X.B.- ¿Qué hace actualmente?
L.R.- Soy director médico de los hospitales afiliados con la Universidad de Nueva York, y mi labor consiste, básicamente, en que funcionen bien. Y que los médicos se lleven bien entre ellos: los cirujanos con los anestesistas... Es un trabajo que me da bastante satisfacción porque en el fondo he de relacionarme con los compañeros y sobre todo con enfermos.
X.B.- Usted de pequeño no era, digamos, muy buen estudiante, ¿verdad?

A los 14 años, de 8 asignaturas me suspendieron 5 y tuve que cambiar de colegio"

L.R.
- ¿Cómo lo sabe? Era travieso, nervioso, hoy en día me hubieran llamado un niño hiperactivo. A los 14 años, de 8 asignaturas me suspendieron 5 y tuve que cambiar de colegio, repetir curso, y mis padres pensaron que debía de aprender inglés o un oficio porque creían que lo de estudiar no era lo mío.
X.B.- ¡Mire que si le ponen a trabajar de camarero...!
L.R.- (Risas) Como me distraía, siempre he tardado más que otros en aprender. Pero tuve la suerte de que a los 15 años cambié de colegio y se me debió de encender una luz en el cerebro y aprendí a estudiar.
X.B.- Sus padres se debieron alegrar...
L.R.- No se lo creían, decían: "¿Pero qué le pasa a Luis?" Se dieron una serie de circunstancias, y claro, al tener este ambiente positivo, me subió la autoestima y me pude rehabilitar.
X.B.- ¿Por qué se va de España a los 24 años?
L.R.- Por varias razones. Quería estudiar psiquiatría. Pero también en mi casa había cierta tensión. Mi padre era de derechas, mi hermano Alejandro, de izquierdas, estuvo en la cárcel por nada, por decir cuatro cosas normales... Esta tensión no la llevaba bien, yo me muevo muy bien en el gris; en el blanco y el negro no tan bien.
X.B.- ¡Y se va a Nueva York...!
L.R.- ¡Sin saber inglés! Pero a pesar de esta barrera, desde el primer día me sentí muy bien. Aunque no dicen bien mi apellido, pues no saben pronunciar ni la erre ni la jota.
X.B.- (Risas)
L.R.- ¡Aquí puedo ser yo mismo! Y en esta ciudad, si trabajas, hay muchas oportunidades.
X.B.- Dijo usted que para llegar a gestionar toda la red de hospitales públicos de Nueva York hay que "trabajar mucho, aprender, adaptarse, llevarse bien con la gente y hacer que confíen en uno..." Y además de todo esto, ¿no será que usted es un poco "trepa" doctor?
L.R.- (Risas). Bueno, en mi caso se dieron unas cuantas coincidencias: llevarme bien con los demás me ayudó, pero luego está el trabajo, siempre he trabajado mucho porque no me siento cómodo sin hacer nada. Mi mujer me lo dice: "¡Es que tú siempre tienes que estar haciendo algo!"
X.B.- Y tiene razón porque después de 12 obras, ahora acaba de publicar "Superar la adversidad". Por cierto, un padre que perdió a su hijo me dijo que esto no se supera nunca ¿Qué le puede decir?
L.R.- Es muy difícil de superar porque va contra natura, pero la capacidad del ser humano de superar todo tipo de adversidades es tan enorme que con el tiempo este padre podrá disfrutar de su vida, de sus relaciones, de su trabajo, va a poder dormir bien o sea que la pérdida de su hijo no va a interferir con su día a día ni con su capacidad para disfrutar de la vida, pero claro, tampoco se le va a olvidar.
X.B.- Usted dice que las adversidades nos debilitan, yo tenía entendido que las crisis nos ayudan, nos fortalecen ¿Me puede explicar su punto de vista?
L.R.- Sí claro. Se ha demostrado en estudios comparativos de personas que han sufrido los mismos desastres (terremotos, 11-S, muerte de seres queridos..) que las hay que lo superan antes que otras. Cuando se estudian a las que tardan más, suelen ser personas que ya han sufrido otras adversidades.
X.B.- ¿Qué me dice de aquellos que superan una enfermedad?
L.R.- Bueno, hay personas que después de una adversidad descubren su capacidad y su resistencia para superar golpes. Sorprende positivamente uno que ha superado un cáncer que te dice: "Fue un golpe tremendo pero descubrí que yo era más fuerte de lo que pensaba".

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