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Paz y Ciencia

jueves, 28 de junio de 2012

Poniéndoles Ejes a la Vida



Si podemos encontrar al mundo en un grano de arena,
también podemos hallar el alma misma en ese
pequeño punto de la vida en que se cruzan los destinos
y entremezclan los corazones. Thomas Moore.

Existe una cierta analogía entre las artes creativas, expresivas y sensoriales con la alquimia. La materia alquímica (el nigrum) es la sombra de nuestra personalidad, el plomo que hay que transformar en oro de conciencia. Para poder producir esta metamorfosis es necesaria la muerte de los metales imperfectos (historias no terminadas, emociones reprimidas, apegos) para que así pueda nacer el espíritu, la esencia de lo que realmente somos.
Por tanto: la bipolaridad desproporcionada es como el metal imperfecto de la alquimia, pero cuando se logra transmutarla se convierte en oro creativo (con el que se puede "comprar" lo más valioso, lo que no tiene precio...)

Uno de los temas sobre los cuales insiste este libro es sobre la necesidad de que el bipolar establezca un eje, en su interior, que le de equilibrio, proporción y balance. Más allá de que puedan efectuarse actos simbólicos, terapéuticos y rituales para esta construcción, el proceso de su encaje es justamente eso, un proceso, es decir, un progresivo recorrido en el tiempo que se asemejaba mucho al ascenso de una montaña: subir paso a paso, ambicionando alcanzar la cumbre pero afirmando los pies sólidamente en el sitio en que se está, palpando la resistencia de los puntos donde aferrarse, dispuestos a soportar los cambios clímáticos y lsa eventualidades, tratando ed avanzar sin desmayar.
Llegar a la meta produce un placer que se siente hasta en la punta de los dedos y brinda el poder que confiere haber superado los obstáculos que se fueron presentando por el camino. Hay una clara percepción de que el logro conseguido no es obra de poco tiempo, de pocos pasos, sino fruto del entrenamiento sostenido, por medio del cual templamos el cuerpo y el alma, preparándonos especialmente para ese viaje y para ir a "clavar -simbólicamnete- la pica en Flandes", pues al alcanzar la meta habremos comenzado a conquistar nuestro propio continente interior.
Lo mismo ocurre con el eje interior: necesitamos tiempo, esfuerzo y motivación para ir gestándolo, mientras marchamos con la intención de "clavarlo", después, en el centro de nuestra inestable y por momentos dura y azarosa realidad. Una vida sin eje es como una hoja en una tormenta, pues carece de autonomía y decisión propia. Subir la montaña de nuestro equilibrio personal impone, también, sudor con permanencia, no estar a merced de las mareas de los otros, deseo de llegar, no desmoronarnos en cada intento que no fructifica, no decaer ante la falta de resultados inmediatos. Recuperar el "eje interior" es como retornar al hogar que nos da identidad, ese sitio en particular donde: "la rueda apoyada junto a mi puerta es solamente la luna y los objetos que penden del alero, nubes otoñales" (Liang Li). Tal como dice Fernando Pessoa: "Yo no sé que es la naturaleza; apenas la canto. Vivo en la cima de un monte. En una blanca cabaña solitaria. Esa es mi definición".
Cuando uno consigue tener un eje interior se encanta la vida. Se puebla de momentos en los cuales el corazón se estremece de imaginación, fantasía, felicidad y belleza y, además, está dispuesto a la aventura de abandonarse a la misericordia de la tierra y... a vivir. Y cuando uno alcanza a cimentar el eje interior los antagonismos cobran otro sentido y uno comprende que la vida -tal como señala Osho- no está hecha de contradicciones sino de opuestos complementarios.
Ahora bien, ¿adónde recurrir para ponerle eje a la vida? Son varias las sendas por las cuales subir a la montaña para alcanzar el equilibrio interior, y tal como sucede en la naturaleza, hay unas preferibles a otras (y, por momentos, hasta buenos y apacibles atajos inclusive).
Por lo tanto, a continuación vamos a referirnos a tres caminos a los cuales se puede apelar en la tarea de instalar el eje interior: los vínculos, los rituales y el movimiento.

Eduardo H. Grecco: "Despertar el Don Bipolar. Un camino hacia la estabilidad emocional". Kairós, 2012, Barcelona. Pp.:119-123


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